El día de ayer y con el pretexto de buscar un libro me dí a la tarea, cual neo Indiana Jones, de incursionar por los territorios del coyote. Qué delicioso y evocador contacto con aquello que pueda quedarme de bohemio, romántico y hippie.
A pesar de que Coyoacán ha soportado por casi dos años una violación a su intimidad en forma de obras de modernización y "embellecimiento", se defiende rabiosamente al conservar ese aire medio pueblerino y parroquial, culto e intelectual, quesadillero y cantinesco. Dejar pasar el tiempo en El Parnaso hojeando libros para redondear la faena con un expresso en su cafetería viendo pasar a la gente, te transporta a una dimensión muy especial y ajena al ajetreo y rutina que se vive a solo unas calles, a partir de Miguel Angel de Quevedo.
Mención especial merecen, si tienes tiempo y el presupuesto suficiente, los variados y sabrosos lugares que Coyoacán tiene para echar la copa o para comer. ¿Qué tal un chicharrón en salsa verde en El Morral o un mezcalito en Los Danzantes?.
Como quiera que sea y en la cabal medida de tus posibilidades, intenta acercarte a Coyoacán entre semana. Te va a encantar. Anda, inténtalo, ahora que puedes....
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