
Hoy tuve una experiencia mística y quiero compartirla. No, no se asusten, no pretendo que Juárez ni Lerdo de Tejada se revuelquen en sus tumbas, no quiero que lo demonios del averno(a quienes no temo ni en ellos creo) se mofen de mí señalándome con sus dedos encendidos, ni deseo verme como un nuevo adalid en la apología del dogma y del rito. Lo que sí quiero es hacer un reconocimiento a esos pocos -quizá en estos tiempos, muy pocos- curas que se preocupan por su iglesia y la cada vez mayor pérdida de fieles a la misma. Quiero hacer un reconocimiento a esos curas que ACERCAN, DESMITIFICAN Y HUMANIZAN la palabra de Dios. Paso a explicarme.
Hace unos días y motivado por las breves pero contundentes y sabias palabras de mi profesor del diplomado, reflexioné que mis creencias y largamente maduradas posturas ante la fe, la religión y especialmente el dogma y la práctica de un rito, no necesariamente debían ser transmitidas a pie juntillas a mis hijas sin darles las oportunidad de conocerlos y practicarlos para que estén en la aptitud de tomar algún día sus propias decisiones. Finalmente la fe en lo que sea no es algo que se imponga, ni por mucho he pretendido hacerlo. Sin embargo, como padre he fallado en acercarlas a la iglesia para que la conozcan y decidí que me daré a la tarea de hacerlo. Quizá a mi manera pero he de hacerlo.
Motivado por lo anterior, el día de hoy acudimos a misa de seis a la iglesia más cercana a nuestra casa. Cual sería mi sorpresa que nos encontramos con un cura -por cierto con un marcado acento argentino- que nos dejó boquiabiertos y agradecidos con la vida por haberlo encontrado precisamente hoy y en la misa que elegimos por azar. El evangelio y el sermón versaron sobre el AMOR, pero con el toque personal de un cura que dio el sermón a mitad del pasillo central de la iglesia, que para explicar su concepto del amor analizó la letra de una canción de Silvio Rodríguez -y que yo no conocía- llamada "Por quien merece amor" y que al final del mismo nos hizo escucharla a través de las bocinas del templo, que habló de un Dios que nada tiene que ver con que nos secuestren y nos roben nuestros congéneres, que el amor de Dios no es de castigo y recompensa porque no es un amor de mercado, es un amor incondicional que no espera nada a cambio. Finalmente y es algo que yo nunca había visto, al terminar la misa el cura salió al atrio a saludar y dar la mano a sus parroquianos. No ví a nadie besarle la mano y yo, fiel a mi intuición y mi impulso, le dí la mano y lo felicité.
Sin la intención de parafrasearlo con exactitud, comparto con ustedes un concepto expresado por Paulo Coelho y que hoy, después de la seis de la tarde ha taladrado mi cerebelo ¿o el bulbo raquídeo? no sé, pero dice algo así como que todas las religiones y sus iglesias están formadas por comunidades de personas que siguen y practican diferentes dogmas y ritos con la finalidad de alcanzar a un mismo Dios. Y como dijo el gigante Jaime Sabines: " Que Dios bendiga a Dios".